¿Suma tu voluntariado?
- Samara Giret

- 11 sept
- 2 Min. de lectura
Fátima Aquino
Voluntaria de Actívate Varadero Adultos
Un encuentro que transformó mi manera de servir
En una de las primeras salidas de este año con Actívate “Varadero Adultos - Iglesia Más Que Vencedores”, tuve la oportunidad de visitar junto a la Sra. Fátima, a la familia apadrinada del Programa de Becas Escolares (Fundación Huellas de Amor) de Christian Troche e Ivonne Benítez. Esa noche marcó mi corazón de una manera profunda. Su historia me confrontó, me inspiró y me llevó a tomar decisiones importantes sobre mi compromiso con el servicio.
Una historia que impacta
La Sra. Fátima compartió con nosotros parte de su pasado: ella y sus hijos vivían en un túnel. ¡Sí, un túnel! Con dos criaturas pequeñas pasaron por innumerables dificultades. Nos relató cómo, en más de una ocasión, no podían dormir porque las pulgas les invadían. Escuchar ese testimonio directamente de alguien que atravesó una realidad tan dura me llevó a cuestionarme sobre los “problemas” que muchas veces me toca vivir y que, en comparación, pierden todo peso.
El poder transformador de la Palabra
Lo más impactante fue cuando ella nos contó que su encuentro con Cristo comenzó gracias a un versículo que una de las voluntarias de Actívate le compartió. Ese gesto sencillo se convirtió en la semilla que Dios usó para transformar completamente su vida y la de su familia. Probablemente, aquella hermana que entregó el versículo nunca supo el impacto de sus palabras, pero fue instrumento en las manos de Dios.
Esa noche comprendí algo muy valioso: a veces pensamos que no tenemos nada especial para dar, que no somos buenos hablando o que otros pueden hacerlo mejor. Sin embargo, basta un cálido abrazo, una palabra de aliento o un versículo bíblico para que el Señor obre y cambie vidas.
Una decisión de compromiso
Esa reflexión me llevó a revisar mi propia actitud. Me di cuenta de que no estaba entregando el 100% en las salidas de Varadero Adultos, porque coincidían con mi Grupo Hogar (GH). Asistía, pero muchas veces mi mente estaba en otro lugar, esperando que termine para poder llegar al GH.
Tomé entonces una decisión difícil: dejar mi GH —que era como una segunda familia para mí— para poder servir plenamente todos los viernes. Y en su fidelidad, el Señor me sorprendió. Proveyó un nuevo GH que acababa de abrirse cerca de mi casa. De esa manera ahora puedo organizarme mejor:
Miércoles: Grupo Hogareño, donde comparto de cerca la Palabra con mis hermanos.
Jueves: Escuela Bíblica, para aprender y tener una interpretación más clara.
Viernes: Salidas con Actívate Varadero Adultos, llevando esperanza a las familias.
Hoy entiendo que cada día de servicio cuenta. Una visita, una oración o un versículo pueden marcar la diferencia entre la desesperanza y una vida transformada. Somos instrumentos en las manos de Dios, llamados a decir: “Heme aquí, envíame a mí”.
Quiero animarte a no subestimar el valor de tu servicio. Tal vez pienses que lo que hacés es pequeño, pero en las manos del Señor, ese pequeño acto puede cambiar una vida entera.




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